La muchacha al beso de acero.
Acto II de un cuento erótico teniendo para escena, San-Antonio, Texas.
Sus cabellos salta a su cara, rojos como fuego, centellan al sol y cercan una cara a la máscara impavida
destacada de manchas negras mal aplicadas sobre los labios y en torno a los párpados. Fascinante, se
avanza, se mueve con todo la indiferencia de una top modela, ofreciendo a la codicia espectadores
sentados a la mesa, sus prendas de vestir destrozadas y desfrazardas. Los muchachos de tabla se irritan a
verloa así perturbar la tranquila serenidad de los lugares. Ella me fajina ya. Percibo por los rasgones de sus bribóns, de las porciones de carnes lechosas decoradas de minúsculas tatuajes a los dibujos sibilinos. Ya
está allí cerca nosotros, retengo mi respiración y su madre la observa, impasible. Aquí allá sobre su piel
blanca como la leche, un anillo que taladra su lengua, joyas centellando que cuelgan descuidadamente de
su largo cuello, de las baratijas colocadas aquí y allá, una perla a su ventana nasal, un anillo a su párpado
izquierdo, otro suspendida a su ombligo; y me imagino detrás este disfraz indecente, las papilas de sus
pequeños senos infantiles, los labios de su vagina no aún desflorada, surtidos ellos también de este
instrumento incómodo pero ultrajosando sensual, tengo picores entre mis piernas; se asemeja a un árbol de
Navidad ambulante. Se detuvo cerca de nuestra tabla, la mirada distante. El equipo dental complejo que
encarcela sus dientes traiciona su estado de pequeña burguesa y joven adolescente; sus pesadas zapatillas
de deportes de marca Niki, son los únicos objetos visibles que la conectan aún a nuestro mundo de
consumo; pequeña buena mujer apenas salida de la infancia, parece abordar la vida desafiando a la
humanidad entera.
Reviso repentinamente mis años de conflicto en el movimiento hippie, la excesiva distancia que lo separa
ella en este día y mi sorpresa demasiado pronto de envejecer.
Viene a aplastarse abandonando sobre la sede que se me enfrenta ignorándome completamente y sin
saludar su madre. Despues de una pausa, su madre se atreve a hacer las presentaciones:
- "My daughter Emily, this is Mister...?"
- "Marco!"
- "Mister Marco, we just met and we talk while waiting for you."
- "I see, an other of your boyfriends" replica tal con un aire de aversión.
Soy incómodo. Y sin embargo, no puedo impedirme examinarla y encontrarla, de una cierta manera,
attractiva. Esta pequeña animal salvaje me fajina y sin embargo, todo de ella me es extranjero. Nada se me acerca
de ella, sus maneras, su joven edad, sus gustos desproporcionados, una civilización nos separa y sin embargo,
me atrae y soy invadido repentinamente por un incontrolable deseo carnal. Me esfuerzo en borrar de mi
espíritu estos pensamientos contradictorios. Todo eso es irracional y me siento obstruido y yo redirige mi
mirada sobre Juliette su madre, tan bonita y tan convencional; me convenzo concentrar mis pensamientos
carnales sobre esta mujer más real y menos comprometando.
Lleva un sastre muy formal, de los que se llevan para trabajar y que va mala a cazar a la aventura;
mido apenas la envergadura de sus senos a través de este tejido bien demasiado mojigata a mi gusto; sus
caderas me parecen fuertes, de las que guardaron las señales del paso difícil del parto, de este pequeño animal
anacrónico que se contonea de manera tan arrogante en frente de mi. Su cara sin embargo, me dice todo, de lo
que hay de secreto detrás de ella y que me convendría conocer y descubrir y violar antes de volver a salir no
dejando que recuerdos.
- "If you haven't find a place to stay, we invite you home, we'll have dinner together and you may
sleep in the friend's bedroom" me dice a Juliette
Empiezo ante esta propuesta imprevisible y acepto fingiendo expresar algunas reticencias, pero mis
sentidos me agito, delante la perspectiva que se me ofrece de terminar así, mis sordas fabulaciones
eróticas. ¿Detecto una mueca de rebelión sobre la cara de Emily, que habría percibido, y yo no sera
sorprendería, mis lubricous intenciones?
Nosotros salimos en dirección del Sur para alcanzar en menos de una hora, un suburbio limpita, a los
pasos burgueses, y a los bungalows idénticos.
La tarde es agradable. Comemos ambos sentada cara a cara, Emily es allí muy cerca, pero
ausente excepto el espectáculo que nos ofrece de sus malas maneras. Juliette revistió un largo vestido de
tarde y tiene rehace su maquillaje, es seductora y deseable. Los intercambios son cortesano e
impresionados de trivialidad y con todo agradables. Despues de la comida, seguimos siendo solos ella y yo, a
discutir sobre el gran sofá del salón, Emily desapareció discretamente, es ausente como era tan ausente
cuando estaba allí. Presente pero en mismo tiempo ausente, como si colocaba al hotel; aprovecha de la
comodidad burguesa del hogar maternal pretendiendo, al mismo tiempo, ser libre o no tener historia y de
vivir fuera del mundo. Discutimos tarde así hasta en la noche, Juliette me conduce a la habitación de
huéspedes que se me reserva y me dice discretamente:
- "I will comme to see you later."
Se me trastorna repentinamente en mis sentido. Responde así, sin que tenga que pedírsela, a todos los
deseos secretos que yo mantene desde que nos encontramos y que hasta retuve aquí con dolor.
No duermo. Espero la llegada de Juliette. Soy incrédulo al pensamiento de verla pronto aparecer, y me imagino con felicidad la noche que
pasaremos juntos. Me veo al desnudarla con una lentitud calculada, y yo me imagino su cuerpo desnudo y suntuoso. Sin conocerla,
dibujo sus formas que examino de mis manos en la más completa licencia. Y me trago en ella con entusiasmo, con pasión y mis
sentidos ya se agitan imaginándose estos momentos de éxtasis, como si el deseo de poseerla me excitaba tanto que poseerla. Me
esfuerzo en contener mis pensamientos obsesionales y en preservar mis preciosos gametos para sembrar su vientre así que su boca.
Estoy desnudo y extendido sobre esta cama desmontada, así me preparé a recibirla. Pasaría la puerta púdicamente, envuelta en su
bata, sorpresa viéndome alargado desnudo sobre la cama, ella tendría un movimiento de retroceso y pretendería cubrirme con manera
más bien torpe, revelando, para excitarla, las formas de mi cuerpo desnudo, y la insolencia de mi equipo sexual. Me imagino aún, el
efecto de última sorpresa, que dejaría lentamente deslizar su camisa de noche sobre el entarimado de madera, descubriendo así su
bonito cuerpo de mujer empareda y con experiencia. Y mi pénis, a esta vista, se inflaría como un desvergonzado animal, dispuesto para
saltar sobre su presa, para violarla, para amarla hasta que perdamos conciencia.
Se acercaría lentamente, haciendo ondular sus caderas prominentes, y estremecer el bosque plateado que
protege su vulva; provocante, proyectaría arriba sus senos en mi dirección, luego deslizaría lentamente
sobre mi cuerpo desnudo, como supo seguramente hacerlo, desde mucho tiempo, con otros varones en celo y
nosotros hundiría uno en otro, nosotros besaría toda la noche haciendo chirriar los tubos de acero de la
gran cama "kingsize"; sé que eso así o casi pasará y mi miembro se aumentaría y se inflaría de sangre, ella
lo absorbería con golosina en su grande boca abierta, hasta al lo más profundo de su esófago o se
extendería sin vergüenza; o hundiría a lo sumo profundo de su vulva inmensa, y llena de ovarios
sobreexcitados, una noche entera de placeres y ansiedades, a olvidar el mundo y a su niña variada que
duerme, muy cerca de allí, en una habitación minúscula, decorada de posters que ilustra a bonitos jóvenes
masculinos asexuales al cajón desnudado, bolsitas de discos siniestros de rockers incultos, o monstruos
miniatura de goma salidos del cerebro infantil de Spielberg.
Marco Polo ou le voyage imaginaire (Contes et légendes, 1 janvier 2000) © 1999 Jean-Pierre Lapointe