Canto III del Paraíso
Ave María Gratia Plena.
El convento de las Hermanas de la Caridad
Quel sol che pria d'amor mi scaldò 'l petto, di bella verità m'avea scoverto, provando e riprovando, il dolce aspetto; e io, per confessar corretto e certo me stesso, tanto quanto si convenne leva' il capo a proferer più erto; ma visione apparve che ritenne a sé me tanto stretto, per vedersi, che di mia confession non mi sovvenne. Quali per vetri trasparenti e tersi, o ver per acque nitide e tranquille, non sì profonde che i fondi sien persi,
VUELTA A LA PUERTA DEL PARAÍSO
Jeanne que había calentado mi corazón con Amor, me había enseñado, el aspecto suave de la verdad. Y, demostrarla que era corregído y lleno de convicción, levanté mi cabeza muy arriba, para hablar. Pero entonces, aparecido a mí, un espectáculo tales, que requirió toda mi concentración, y yo nos olvidamos de mi confesión. Vi a través del agua tranquila del arroyo, varias figuras que reflejaban por ejemplo adentro un espejo y quién se parecía dispuesta hablarme, lo tomé fácilmente para Undinas que alimentó todos mis deseos. Di vuelta alrededor, viendo que su imagen encendió mi corazón, y no vi nada, si no la sonrisa que decía con desprecio de Jeanne: "No esta asombrado que sonrío a me, de tus pensamientos puerile, porque qué usted ve aquí, son sustancias verdaderas, instaladas aquí para haber sido divertido de sus deseos. También escucha ellos porque su deseo de la Verdad está sin medida." Me dirigí a la sombra que se parecía tener el deseo más grande de hablar. Y como un hombre, demasiado curioso de saber todo, pedí: "Espíritu que se parece creó para dispensar la Felicidad, y que refleja tal cantidad de suavidad que una pueda tener una idea solamente después que probarla, él sería agradable para que sepa tu nombre y tu condición." Y ella me contestó: "Nuestra caridad no cierra la puerta a ningún deseo derecho, como La de Dios colma todos los deseos. Me nombran Marguerite, yo estaba en el mundo, Cortesana, y si usted piensa bien de él, mi gran belleza no podría hacer que usted se olvida de que soy una Hermana de la Caridad, y colocado con bendecidas en el grado más bajo. Esta condición fue asignada a nosotros porque nuestra caridad consistió en aliviar, por nuestros encantos más bien que por rezo, el sufrimiento del varón, exacerbado por el deseo, de modo que él vuelva, así, su alma liberado, a su Esposa legítima o a su Belleza." Le contesté: "El aspecto resplendent que usted ha hecho que se olvida de su aspecto anterior, éste es porqué no era pronto recordar, pero es más fácil ahora que reconozca ésos de quién uno recibe, y era uno de él, la gracia del placer carnal. Pero dígame que, aunque es feliz aquí, usted desea levantarse más arriba, donde sus gracias estarán más útiles?" Ella sonríe tan bien como las otras sombras y ella me contestó, feliz, como si ella se quemara con amor: "Hermano, nuestros deseos son apaciguidos por la virtud de la caridad, que hace deseamos solamente qué nos damos y no permitimos que tenga otro sed." Entonces apareció a mí más claramente, eso en el Cielo, cualquier lugar es el Paraíso aunque no va la gracia del Bueno soberano, abajo allí, de una manera igual y democrática. Ella agregó entonces: "El regalo de se y un alto mérito coloca más arriba en el cielo, una mujer, según si ella usa el traje para amar, o eso ella lo quita, o eso ella duerme con solamente un Marido toda su vida, o eso ella se acuesta con todo, que no quita nada a su deseo de la caridad que es distribuir la Felicidad. Todavía jóven, huí el mundo, intercambié el vestido de Princesa para el de Cortesana, y me trabaron para arriba en este Convento, para el cual prometí seguir la regla. Y esta otra sombra espléndida que, en mi derecha, le demuestra ella misma, así que hermoso y tan desnudo, osos el nombre de Prudencia; algunos hombres, acostumbrados más al mal que al bueno, rasgaron apagado vestido y la encarcelaron en este Convento, y el Dios lo sabe, qué sucedió de su vida, pero en su corazón, ella todavía usa el traje. Y ella dice a mí, ella le reconoció para apaciguirlo, en alguna parte en un claustro en la Rive Gauche de la Seine; su alma sigue siendo toda en la llama para usted. Ella me pregunta si usted no llevaría el nombre suave de Marco." Ella me habló así, entonces ellos comenzó a cantar: "¡Ave María Gracia plena!" Y, mientras que cantaban, desaparecieron como sombras. Mis vistazos fueron fijados tanto como me era posible, hacia estos objetos de tal deseo intenso. Entonces miraba hacia Jeanne; La vi, tronando como el relámpago con tal fulgor, que mi vista no podría apoyarla, y me sentía, más callado preguntarla.
Marco Polo ou le voyage imaginaire (La tragédie humaine, janvier 2000) © 1999 Jean-Pierre Lapointe
Theme musical: elegia de Telli, emprunté aux Classical Midi Archives.
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