Canto IV del Paraíso
Espíritus que faltaron a sus deseos.
¡Ô amanta del Amante Celestial!
Intra due cibi, distanti e moventi d'un modo, prima si morria di fame, che liber'omo l'un recasse ai denti; sì si starebbe un agno intra due brame di fieri lupi, igualmente temendo; sì si starebbe un cane intra due dame: per che, s'i' mi tacea, me non riprendo, da li miei dubbi d'un modo sospinto, poi ch'era necessario, né commendo. Io mi tacea, ma 'l mio disir dipinto m'era nel viso, e 'l dimandar con ello, più caldo assai che per parlar distinto.
VUELTA A LA PUERTA DEL PARAÍSO
Aunque es libre para elegir entre dos señoras de belleza igual, el hombre moriría de hambre para no saber qué a poner debajo de su diente. Mi silencio se podría explicar así, por las dudas que equiparon mi espíritu; para elegir entre dos ideas, Jeanne, después, entendía mi dilema y dice a mí: "Usted ve bien cómo le atrae el uno y el otro deseo, que previene tu pensamiento a expresado. Usted tiene razón preguntarse, a saber, si tu teoría que desea eso, la conciencia de las almas vuelve, después de muerte, al sentido universal, para ser redistribuido de una manera al azar en el alma de un bebé recién nacido; pero le pido a, mi Marco blando, que se mueva lejos desde este imaginario creo, porque no es apoyada por la Fe ni por mí, que, como usted la ve, lleva adentro me, la conciencia, la misma, que transporté, vivo inmóvil, en mi cuerpo hermoso de muchacha joven, protegida por una armadura fuerte, para defender Francia y esta misma fe. ¿Pero aquí está, eso se presenta en tu espíritu, otra dificultad que usted no podría solucionar usted mismo, a saber, cómo es que uno es culpable de un mal que resulte de la violencia de otros? Hice que usted entiende, eso que un alma bendecida no podría hacer una falta para evitar otra. Sucede que uno tiene que hacer, contra su voluntad, qué no tendría que ser hecha para evitar un mayor peligro, y quisiera que usted pensara la esa voluntad estén mezclados, y hacer que las faltes no pueden ser excusadas. Usted vio muy bien que Margarita negociaba su cuerpo, usted sabe bien que ella entonces hace una falta. A menos que usted me diga que ella hiciera algo un acto de Caridad. Si éste es cómo ella lo dice, en qué cuenta convenimos con esa declaración, si no que ella había satisfecho, por un rato, los deseos de un peregrino del paso. Pero Usted, que estaba encariñado con tales peregrinos, usted sabe muy bien que este peregrino del paso, para este acto, se había hecho una falta, mientras que usaba de un comercio ilícito, o engañando a su esposa o a la suya querida; ¿cómo entonces, podía uno hablar de un acto caritativo, y excusa así la falta de Margarita? A menos que usted me diga, usted a que quisieran defender la raison d'être de estos lugares, que ella hace, así, un acto de Caridad, si entregan el peregrino por su acto, así de los tormentos, a quien sus deseos dieron a luz, en él, y a los cuales podría, sin el acto caritativo, tener plomo él para matar a su esposa o para violar otro. Entonces así pues, el acto de Margarita, indirectamente y sin ser consciente de él, habría evitado un mal acto y lo tendría, en ése, sea una buena acción; ¿pero aún allí, habría sido necesario, eso que ella sabía sobre él, y eso ella había sido consciente del beneficio de su acto? ¿Cuál entonces es él, sobre Prudencia, que no lo desearon esa manera, y que, bajo constreñimiento, ella vino al punto de negociar su cuerpo mientras que decía preservar su alma intacto? ¿Debemos tener, según usted, que no tiene ninguna otra razón de frecuentar estos claustros, absolver los actos hechos por Ella en el nombre de esta premisa, sin también absolver que de la Margarita, mientras que sus consecuencias tienen el mismo efecto en ésos que se beneficia de ellos? A menos que el acto de Prudencia, se podría excusar por la pureza objetiva de la cual da lo, y no el de Margarita; qué induciría ese pecado, se puede juzgar según la condición de La quién es el autora?" Tales eran las palabras de Jeanne, que me llenaron de alegría, realizan porqué, mis amantes, tenían su lugar en el Paraíso de las Buenas Señoras. Y dije a ella: "¡Oh enamorada del Amante Celestial! ¡oh que divina, que tus palabras me confortan y me dan mi vida detrás! Tan profundamente como es mi amor para usted, no puedo pagarle detrás el precio de él, pero quién que le ama tanto como te quiero, pague le a mi deuda hacia usted." Jeanne me miraba con sus ojos divinos, chispeando con amor, de modo que mi facultad de ver se supió; Permanecía, mi vistazo, bajado, perdido.
Marco Polo ou le voyage imaginaire (La tragédie humaine, janvier 2000) © 1999 Jean-Pierre Lapointe
Theme musical: Estudos Brasileiros de Cacilda Borges Barbosa, emprunté aux Classical Midi Archives.
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