Canto XXVII del Infierno.
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Los sembradores de la discordia.
A mari usque ad mare.


Già era dritta in sù la fiamma e queta per non dir più, e già da noi sen gia con la licenza del dolce poeta, quand'un'altra, che dietro a lei venia, ne fece volger li occhi a la sua cima per un confuso suon che fuor n'uscia. Come 'l bue cicilian che mugghiò prima col pianto di colui, e ciò fu dritto, che l'avea temperato con sua lima, mugghiava con la voce de l'afflitto, sì che, con tutto che fosse di rame, pur el pareva dal dolor trafitto;


VUELTA A LA PUERTA DEL INFIERNO


Entonces, vi otras llamas que volvían a todos alrededor de nosotros, y yo dirigí mis miradas hacia una de ellas que se desvió y se parecía él deseó hablarnos; pero, debido a el sonido confuso que que vino de él, sus palabras que jumbrosas aparecieron al uso de la lengua de las llamas. Y entonces entendíamos lo que deseó decir: "Oh usted, a quién mi voz trata, y a quién en este momento hablo con otro, mientras que usa mi proprio lengua y que dijo a ella: "Ahora, usted debe ir, yo no desea hablarle mas." ¡Aunque llegué quizás un poco atrasado, le pido a que me pare y hable, que me agradaría y me quemo de recibir noticias de usted! Si usted cayó recientemente en este mundo de la oscuridad, viniendo de esta dura tierra nórdica de donde traje toda mi falta, digame si mis conciudadanos están en paz o en la guerra, porque estaba del llano que bordea el largo río y creí, como varios otros, dirigirlos a la libertad, mientras que es la pobreza y la servidumbre que estaba al cita." Estaba todavia atento e inclinado hacia abajo, cuando mi guía me afectó en el lado mientras que dice a mí: "Habla, usted, éste es del país que era y de donde usted nació." Y dije a él: "¡Oh, alma que se oculta abajo allí! Tu Patria* no es y nunca estaba sin guerra en el corazón de tus Pastores, sino que cuando lo dejé, estaba en paz porque no tenía más los medios de tus guerras. Allí, donde fueron mi Patria y la tuya, sigue siendo solamente piel de pena, porque, los profetas falsos tales como usted que lo dirigió, creído incorrecto que era bastante, para hacer que el enemigo huye, al vociferate en vez de armarlo. La arma de la libertad de la gente, si usted no lo sabe, comienza con la libertad de los individuos: si uno esclaviza a ciudadano sobretasándolo, organizándolo, regulando cada de sus actos, uniformando su comportamiento, inhala uno el deseo en él, de combatir o de huir el país, uno destruye así en el corazón del ciudadano, la razón de ser de la libertad." Él entonces me paró, y me preguntó: "¿Qué permanece del país que me vio nacer, y que sucede a las tierras fértiles que mi padre arado más abajo del rio Richelieu* y, que pasó a ser la gran Metrópolis* en donde viví, de la Capital* donde estaba un fiel Criado del Estado; qué pasó con estos lugares que amé, antes de que un ciudadano en cólera, me ataque y me asesine, porque era un Burócrata arrogante, y apresuré menos a pagarle su asignación de dependencia social, mientras que no hice nada sino siga las directivas del Estado? " Y me apresuré satisfacerlo: "No sigue siendo nada más, desgraciadamente, del país, entonces una porción fina de tierras a lo largo del gran río. Se parquean, en reservaciones, los que permanezcan, e intentan rehacer, en orden reversa, el camino doloroso de los colonos de la Nouvelle-France*. Pero sabe que son más flexibles y más fáciles de manejar de modo que sus Pastores, en la capital, pueden ahora dormir en paz. Las tierras áridas del Gran Norte son controlado por los gentes del gran Frío, los que estaban allí antes de que, sus antepasados y que se estén satisfechas para ser los esclavos de otro amo. Tus hijos y Tus hijas son desterrados de las tierras quemadas del gran Labrador* y de sus aguas que los pasan otra vez, libremente en sus grandes ríos: la Moisie, la Romaine, la Natasshquan, la Mécatina*. Todas las fronteras a lo largo del país de Gog pertenecen, de ahora encendido, a las que nunca dejen de ser legitimistas a su reina. ¡Y las tierras a lo largo de la Outaouais* siguen siendo siempre tan vírgenales como entonces estaban, usted que no se dignó para conquistarlas cuando pertenecieron a usted; pero eso está bien así, porque uno merece del territorio, sólo qué vive uno y las marcas llevan la fruta! Y la grande y hermosa península, aquélla dónde Jacques Cartier* plantó su cruz, pertenece de ahora encendido a los Malécites y a los Micmacs como todas las aguas que la limitan." Iba a parar de hablar, pero él insistío y él deseó siempre saber más: "¿Y qué sucede a la gran ciudad en donde vivo mi juventud delincuente y quién se extiende de donde el río se separa y pierde su soberanía?" "No cambió si solamente ésa la pared invisible que la dividía en dos porciones, se convirtió en una frontera física que es prohíbe a quienquiera para cruzarse. Es una pared construida de inmensos bloques de concretos que fueron importados de Berlín: una pared apretada, opaca e insuperable que divide la ciudad del Norte al río grande, los Rhodesians de los negros blancos, ella curva así entre las dos soledades del alma. Cada uno puede, a su comodidad, en ambos lados de esta frontera insuperable, expresar sus rencores y sus odios, peinando en sus lados, pintadas con los colores y las formas indescifrables, de modo que siga siendo la única expresión que sobrevive de las artes antiguas. No hay nada allí que sea diferente del pasado si no eso, qué fue dividida en el espíritu, ahora se divide en el cuerpo tanto como en el espíritu." "¿Pero me dice también, qué sucede a mi Capital* encerrada en sus murallas grises y qué me gustado tanto?" Para llenar su espera, le contesté como sigue: "Es como antes a menos que él no tenga tantas voces como antes. Antes, tuve gusto de él no por sus canciones pero para cuál era tan hermosa como una muchacha en la primavera, a la cual usted dice mientras que la ama: "¡Sea bonita y te calla!" No tiene más, la arrogancia que tenía. Porque no tiene más recursos a manejar si no, el sudor de ésos que que podría recuperarse de las poblaciones antiguas; pero conserva a su Ministro de Financia, que todavía parece en buena salud y de una vivacidad que aparezca a todos, eterna. Y son siempre los functionarios que detienen el Poder y son legiones, como antes, sujetar a la gente a los diktats del Estado. En sus paredes y en las zanjas de su Ciudadela, y iguale a veces, en sus llanos que se han cambiado, al nombre de Abraham*, de el de Wolfe*, uno vean los uniformes rojos de los centinelas, que toman el cuidado que los reyes del operetta no perturban, más, la homogeneidad tranquila de la DÉMONCRACIA grande, que extiende su torpeza A mari usque ad mare. " Cuando hay acabó así el hablar, la llama movió ausente mientras que gemía, pulsando su pecho, confesándose fácilmente de ser engañado de los discursos elegantes, y de ser al servicio de los sembradores de la discordia, torciendo y agitando su cola puntiaguda. Pasamos adelante, mi guía y yo, en el puente, hasta la tapa del otro arco, que cubre la zanja donde pagan sus deudas, los que, siembrando la discordia y por equivocando la gente por discursos ambiguos, cargan su conciencia hasta que estalla como un pedo.



Marco Polo ou le voyage imaginaire (La tragédie humaine, janvier 2000) © 1999 Jean-Pierre Lapointe
* sitio geográfico, Québec
Theme musical: indian head de Arthur Donato Sulit, emprunté aux Classical Midi Archives.
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CANTO XXVIII DEL INFIERNO