Canto XXIII del Infierno.
image de Boris Vallejo

El Infierno de las sanguijuelas.
Allí no es ningún providencia más sino que el Estado.


Taciti, soli, sanza compagnia n'andavam l'un dinanzi e l'altro dopo, come frati minor vanno per via. Vòlt'era in su la favola d'Isopo lo mio pensier per la presente rissa, dov'el parlò de la rana e del topo; ché più non si pareggia 'mo' e 'issa' che l'un con l'altro fa, se ben s'accoppia principio e fine con la mente fissa. E come l'un pensier de l'altro scoppia, così nacque di quello un altro poi, che la prima paura mi fé doppia.


VUELTA A LA PUERTA DEL INFIERNO


Sólamente silenciadores, y sin escolta, fuimos, uno en el frente, el otro detrás, como los Hermanos Menores caminan por los caminos. Dije a me: "Estos diablos fueron burlados por nosotros de modo que sea seguro que él los irritan. Y eso que funcionarán después de nosotros, más cruel que el perro a las liebres, agarra por sus dientes." Me sentía ya los el pelos erizarse por miedo. Seguía siendo atento detrás y entonces dije a mi amo: "Si usted no no oculta puntualmente, usted y yo, Amo, estoy bien asustado del Mal-garra; los tenemos ya en nuestros pasos, yo los imaginamos así que cercano que los oigo ya." Él me contestó: "Los pensamientos coincidieron en este mismo momento con los míos, de que de unos y los otros, tenía en mi cabeza pero el único deseo de huir. Si la cuesta del lado en la presa derecha es tal que podemos entrar abajo en el hoyo siguiente, evitaremos la caza que usted imagina con tan angustia." Este tiempo, los vi llegar toda su extensión de las alas, no muy lejana, e intentando agarrarnos. Mi guía me tomó inmediatamente en sus brazos, como una madre la hace de sus hijos, y él se dejó deslizarse en el suyo detrás por las rocas inclinadas, que la cercana en los lados del otro hoyo. Tan pronto como sus pies hubieran tocado la cama de este hueco, que estaban sobre nosotros en el pico; pero no había nada más temer, porque el sublima Providencia, que deseó hacerles al criado de los funcionarios del quinto hoyo, ellos retira a todo el poder de salir. Allí, encontramos en parte baja, gente lastimeros que hacía la vuelta al paso retrasado, gritando, con su demoralisada aire, inconsciente y pelado de su voluntad libre. Llevaron los vendas delante de sus ojos. Fueron, uno en una muleta, el otro limitan, algunos en los yugos, los otros armados con los miembros artificiales; estos yugos estaban de plomo de modo que además de limitar sus gestos, retrasaran sus movimientos. ¡Oh, qué un vestido que domina para la eternidad! Dimos vuelta, nosotros también, hacia la izquierda, con ellos, atenta a sus dolorosas quejas; pero bajo sus cargas, esta gente casada agotada, hecha les va tan lentamente, que con cada paso, teníamos nuevos compañeros. El dijo a mi guía: "Mancha de encontrar uno de ellos que podrán decir nos que él sea, y porqué él está limitado que manera para eternidad." Y uno del haber maldecido, que reconoció mi acento del país, gritadi para retrasar nuestros pasos y, él dijo a mí: "¿Usted que, al movimiento de su boca, aparece vivo a mí, si usted se murió, por qué privilegio usted camina sin llevar muletas?" Y él agregó sin esperar mi respuesta: "De donde usted está, que vino al infierno de las sanguijuelas, no desprecia para decir a nosotros que usted sea, sino para saber que en la tierra, intercambiamos nuestra libertad contra la dependencia de nuestra Madre el Estado, que lo pensó era la Providencia, y que éste nos apoyó hasta eso, allí no es ningún providencia más sino que el Estado. Estamos aquí, pelado y olvidado por el otra Providencia, la verdadera, y el único quién reina en los cielos." A mis ojos me apareció repentinamente uno condenado, por tres pilas, estuvo crucificado al suelo. Cuando me vive, torció a todos sus miembros, soplante en su barba negra suspirando; él dice a mí: "El uno que usted mira, así, es el Ayatollah Khomeiny, que sugirió a la gente del Islam que era necesario condenar Salman Rushdi al tormento. Soy como usted lo ve, acompañado por los que formaron con mi, el consejo para ejecutar la Fatta. Estamos desnudos colocado así a través de la manera, y la gente, que escuchó nosotros tanto, todavía escucha nosotros, y hace que sentimos todo su peso sen nuestros cuerpos." Y vi muy bien, como si fuera un sueño, un hombre unido al pilori en la base de la columna Nelson*, que los torturadores estaban en el punto de ejecutarse; y la muchedumbre histérica formó de ayatollahs, talibans y otros espíritus torcidos de mi raza que reconocí, ellos gritó, ellos hizo la onda y mudaron ellos mismos en un único torturador, como si fueran una muchedumbre sin forma, excitado por estrellas, profesionales de la publicidad y una música que venía de un órgano con los sonidos que tronaban; esperó, de la sangre pagada por un intelectual o de un artista, la expiación de sus propias averías, y que la vería perdonadas hasta el nacimiento del miedo colectivo siguiente. Entonces vi a doce ciudadanos dignos y elegantes, tales como sacerdotes, leí un mensaje a la víctima torturada de quién no podría oír cuál era dicho, entonces la muchedumbre sobreexcitada si mismo y no no grité en una voz: "¡A muerte, el cual que piensa!" Desperté en el mismo momento en que el hacha iba a caer abajo en mi cuello, y a precipitarse el cráneo hasta al fondo del lugar de la Place Jacques-Cartier*, de dónde iba a rodear y a ser sumergida en las aguas viscosas del Vieux Port*. "Desea cantarle, Jeanne, oh mi Reina, viene a mi ayuda y me protege. Hagame el paso victoriosamente, con estos suplicios, las calumnias insidiosas y las mentiras de lenguas malévolas. Entregueme de los ciervos des grito listos que devour me, de la mano de los torturadores que se hostigan contra mi cuerpo, de todas las torturas que multiplican contra mi. Haga que no siento las quemaduras de las llamas que me rodean, y me retiro de este infierno en donde, me hundieron los murmuracións gruesos, las denuncias a las autoridades, las difamaciones calumniosas. Hasta el último de mis suspiros, mi alma elogió tu Nombre, y le pido, quito de cualquier peligro, que quién le ama, y lo entrega de la mano de estos paganos, Jeanne mi Reina."(1) Mi amo fue movido por un momento por mi desorden, después él preguntó una a víctimas de la tortura: "¿Diga mi, hermano, si está por el puente que sale del círculo grande donde que está la salida, por ejemplo hecho nos la cree, Mal-garra? " El otro contestado: "A menos que este puente está quebrado, solamente usted podrá ir para arriba por desmoronarse quién está en cuesta y se eleva yendo del fondo." Y él agregó con la discreción: "oyó que algún dicho, una vez que el diablo, además de ser un ciego Criado del Estado, tiene muchos otros vicios y entre ellos, yo oyó que él es un mentiroso y un prévaricador y que está en ése, que él sirve muy bien el Estado." Mi guía, a estas palabras, entró lejos en los pasos apresurados, su cara disturbada por la cólera; y entonces dejé éstos a los maldecidos, pesadamente perjudicados, después de los rastros de sus pies queridos.



Marco Polo ou le voyage imaginaire (La tragédie humaine, janvier 2000) © 1999 Jean-Pierre Lapointe
* sitio geográfico, Québec
(1)Interprétation d'une prière à la Vierge-Marie.
Theme musical: troisième mouvement de Barber, emprunté aux Classical Midi Archives.
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CANTO XXIV DEL INFIERNO