Canto XX del Infierno.
image Salvador Dali

La metamorfosis de Hermafrodita.
Mataron en ellas lo que tuvo gusto de la mujer.


Di nova pena mi conven far versi e dar matera al ventesimo canto de la prima canzon ch'è d'i sommersi. Io era già disposto tutto quanto a riguardar ne lo scoperto fondo, che si bagnava d'angoscioso pianto; e vidi gente per lo vallon tondo venir, tacendo e lagrimando, al passo che fanno le letane in questo mondo. Come 'l viso mi scese in lor più basso, mirabilmente apparve esser travolto ciascun tra 'l mento e 'l principio del casso;


VUELTA A LA PUERTA DEL INFIERNO


Aquí, lector querido, otra canción de los tormentos a los que se ocultan. Era ya el mirar ocupado a observar en el fondo de dónde salían de las lágrimas de angustia, y yo vimos veiniendo, por el valle circular, a gente silenciosa que gritaba y caminada, con el paso adonde uno va en la tierra, siguiendo la canción letanías. Cuando mi vistazo fué abajo de más bajo hacia él, cada apareció a mí torció extraño de la barbilla a la tapa del busto; tenían su cara dar vuelta hacia sus riñones, y tuvieron que caminan al revés porque era imposible que vean delante de ellos. ¡Que Dios asegurarle, lector querido, para obtener toda la fruta de esta lectura! Y ahora, le dejo juzgar por se, si podría mantener mi cara libre de lágrimas. Cuando vi, así que cerca de nosotros, los rasgones que funcionaron entre sus riñones y venieron asperjando hasta sus nalgas. Grité tanto, apoyándose a las rocas, que mi guía dice a mí: "¿No eres usted, también, similar a uno de estos insanes?" Y pareciéndose hablar se, él agregó: "¿No está él donde la compasión viva, cuando ella es bien muerta? Pero hay nadie tan perverso entonces quién no tiene ninguna compasión después de que el Dios haya juzgado gravemente, y eso que él no busca para "El" culpable pero para "Uno" culpable, con el objetivo de aliviar su propio pueblo." Entonces Baudelaire continuado como sigue: "Vea todos el éstos, que cambiaron su aspecto cuando, de mujeres, llegaron a ser masculinos, que transformaban en todos sus miembros y en todos sus gestos. Vea aquél que cara es lisa como una nalga; cuando el país se vació de sus autóctonos, ése allí no era no más de niño en las horquillas, ni fetos en el vientre de las madres, ni las ancianos en los asilos, ni el marido pare fertilizar a la madre y a ésa allí seguía siendo solamente algunos seres útiles, pero sin ningún futuro; él o ella, a que usted ve, donde entre éstos, engendrado de una sperma biotecnosintético, entregada del vientre de una madre que lleva y que cara es lisa como una nalga. Él agujerea el nombre de Hermafrodita, que usted ve, él es el del que hablo en mis Fleurs du Mal, usted que sabe tan el pozo estas flores del pecado para haber consumidolas tanto. Vea estas infelices, ellos abandonó su libertad para convertise en machos, adivinas y vengadoras; destruyeron sus encantos e inventaron dolores para sus hijas. Mirada en ellos, que usan orgulloso el traje de las mujeres policía, que quisieran ser hombres y heredar su servidumbre y brutalidad. Mírelas y tome la compasión por ellas, porque, mataron en ellas lo que tuvo gusto de la mujer. Vea aquélla quién ha cortado su pecho derecho para una matarnza mejor el amante en ella, y quién hace que él restablece en espíritu, acariciando el pecho ella todavía guarda en ella. Ella no tiene todavía caminata mucho que ella vino en un llano bajo, que es un pantano y que, en verano, llega a ser malsana, donde ella se pone para reclinarse y para darse un cierto placer. Esta virgen salvaje vive puesto que, en el centro de un fango, entre estas islas de Sorel* que se ahoguen en el Gande Río*, una tierra sin cultura y sin habitantes. Para huir cualquer cópula con los hombres, ella colocó allí con sus amantes para practicar su vicio; ella vivió allí, ella abandono su cuerpo privado de progenitura. También, le advierto de modo que, si usted se propone hacer reaparecer la vida a Fermont, a Murdochville, a Gagnon, a Val Jalbert*, reunidos unos a hombres y a mujeres, si todavía hay una cierta izquierda, que desea que ésa restablece allí el Amor. " Así él me habló, y durante este tiempo, caminamos, caminamos, caminamos siempre sin parar, y no satisficimos a no más de mujeres que cuando sea libres y hermosas a mirar, sólo hombres, hombres en la forma de estropajos, hombres con el falo desmedrado, ocultando su apéndice inútil; deseamos irnos cuanto antes, estos lugares de la maldición que prometan ni futuro, ni patria, ni gente, ni vida.



Marco Polo ou le voyage imaginaire (La tragédie humaine, janvier 2000) © 1999 Jean-Pierre Lapointe
* sitio geográfico, Québec
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CANTO XXI DEL INFIERNO