El mensaje de Amor de la Virgen María.
Acto II de un cuento erótico sobre un temas religioso.


Vinci


"Te saludo Marie llena de gracia"
"el Señor está con ti "
"Se bendecida entre todas las mujeres "
"Soy el fruto de tus vísceras "


(Estas páginas se destinan a las solas personas que se comprometen a proteger el acceso a los mineros y otras personas no informadas de acuerdo con las leyes de sus pays. Apoye aquí para volver a la página inicial.)
(apoye aquí para darse la vuelta al principio del cuento o espera el cargamento de las imágenes y sonidos)



Amueblaba así de incidentes imaginarios,
Gauguin
este demasiado corto momento de contacto con los fieles crédulos que se alineaban al contador alimentario de la santa iglesia.
Gauguin
Y devolvía con el Sr. vicario, delante del altar y del tabernáculo, la espalda al pueblo, activando de nuevo los gestos mecánicos que acompañan el misterio de la representación
Gauguin
de la muerte
Gauguin
del Cristo.





Me reiniciaba así los mismos gestos, una o dos veces cada día, todos los días, oyendo las mismas letanías, los mismos bordes latinos salidos del gaznate de mi padre, él también supongo, obligado a este ritual para evitar los llantos de mi santa madre. Tenía así una determinada complicidad con mi padre, mi padre silencioso, que prefería, seguramente como mi, callarse, encerrarse en sus sueños más que de contradecir los dogmas atroz de mi madre.

En la sacristía, después del servicio, ayudaba al Sr. vicario a retirar sus ridículas prendas de vestir eclesiásticas, para guardarlos delicadamente en los amplios cajones del voluminoso arcón de la sacristía. El Sr. vicario se dirigía hacia el confesional. Antes de desnudarme de mis prendas de vestir de oficial de misa, atracarme de los restos de vino, que adornaba de algunas hostias no consagradas; estos gestos travieso, formaban parte del ritual y acompañaban, yo lo sentían, la modificación inevitable de mi personalidad, ya no me sentía más a un niño.



Oí repentinamente mi nombre:

- "¡Marco!"

BotticelliBotticelliBotticelli

Una voz femenina, venida de en ninguna parte había pronunciado mi nombre. Buscaba en vano en torno de mi, no había nadie, oí de nuevo la voz:


- "Marco, es Mí, Tu Santa Madre."

Botticelli

Buscaba en vano a mi madre, no me habría imaginado nunca que haya podido venir en la sacristía, yo nunca no había a mujeres, y eso era bien así. Es necesario por los hombres, de frecantar lugares para escaparse a los gemidos de las madres lloronas.

- "¡Marco, es Mí, Tu Santa Madre María!"

Murillo




Había olvidado la estatua de la Virgen María, que dominaba bien arriba sobre la pared izquierda de la sacristía. Tenía un escaso para Virgen María, una atracción inexplicable, era una mujer. Ya me gustaban a las mujeres. Me la gamaba, yo creo, en secreto. Era como una otra madre, que no lloraba nunca.

Todavía había sido allí, inmóvil, sus solos ojos espian todos mis gestos, desde los algunos años que oficiaba a la misa. Me había acostumbrado a su suave mirada protectora.



Botticelli
Pero se había movido. Su cuerpo se había desplazado en mi dirección. El "tchador", que protegía siempre desde su cabello de las miradas indiscretas, se había retirado, descubriéndolos en una gavilla inmensa que iba a bajarse untuosamente en sus caderas. El "burnous", que se había estido bajo esta súbita tensión, molía ahora su cuerpo de manera precisa, distinguía el todo sensualidad de su cuerpo de mujer madura, la grieta a la división de sus largas y finas piernas, la excrecencia desproporcionada de sus caderas y la suave redondez de sus senos. Debía ser bonita, más bonita que una madre, bonita como una maestra.

- - "¿Quiere hacer Me la gracia de venir aquí?" Dicho.

Botticelli


Estió un brazo en mi dirección invitándome a acercarme. Luego con delicadeza, ella me héla hacia ella dejándome caer sobre el estrecho pedestal, que le servía de trono desde tanto años. Tenía apené a tener mi equilibrio sobre este frágil esquife, me envolvía de sus brazos para impedirme oscilar en el vacío.
Botticelli

Sentía a través de mis finas prendas de vestir, las anfractuosidades de su cuerpo, a incrustarse en mi entonces que me apretaba con fuerza, yo tenía apené a imaginarme que no podía ser que una madre, yo temía ver aparecer al Sr. vicario, el macero, mi madre que no habría podido interpretar la escena sino que debe irse de sus diseños puritanos.


Botticelli

- "Cuenta muchos a Mis ojos, es muy precio para Mi y Te amo."



Botticelli

- "Si está aquí, no está por casualidad; Te esperaba aquí, para Te declarar Mi Amor."


Yo no comprendo totalmente el significado de sus palabras. Seguí siendo fijo, aturdido.


Murillo

Marco Polo ou le voyage imaginaire (Contes et légendes, février 1997) © 1997 Jean-Pierre Lapointe
hommage (Botticelli, Perugino, Montegna, Velasquez, Coxcie, Bronzino)
Important Notice: any photos or fragments of photos subject to copyright will be removed on notice.


ACTO III