Canto IX del Paraíso
El Triunfo del Cristo en ti.
Soy la que sabe gustar a tu cuerpo.
Da poi che Carlo tuo, bella Clemenza, m'ebbe chiarito, mi narrò li 'nganni che ricever dovea la sua semenza; ma disse: «Taci e lascia muover li anni»; sì ch'io non posso dir se non che pianto giusto verrà di retro ai vostri danni. E già la vita di quel lume santo rivolta s'era al Sol che la riempie come quel ben ch'a ogne cosa è tanto. Ahi anime ingannate e fatture empie, che da sì fatto ben torcete i cuori, drizzando in vanità le vostre tempie!
VUELTA A LA PUERTA DEL PARAÍSO
Y, aquí es que, otros de estos esplendores vinieron hacia mí, y por su centelleo, ella hizo que oye su deseo de agradarme. Los ojos de Jeanne, que eran fijos en mi, me dieron, como antes, el seguro de su costosa aprobación a mi deseo. Y dije a ella: "¡Ah!" espíritu bienaventurado, da rápidamente satisfacción a mis deseos, y prueba a mi que usted puede comprender mi deseo sin teber que expresarlo a usted." Entonces la luz, que era, hasta ahora, sabido a mí por su Hosanna viniendo de las profundidades, prosiguió, como alguien que desea a agradarme: "Está aquí, en esta región del paraíso, tan hechizando detrás de nuestras luces que tu espíritu no puede ella concebirlo. Tenemos por función de desnudar tu cuerpo, y lavar tu espíritu del medio desea en usted. Así, todos estos gestos que prodigamos, tienen en la tierra que solamente la función de exacerbe tus angustias carnales, pero se convierten aquí, en Placeres eternos." Ella entonces mantuvo silencioso, y ella aparecía a mí darse vuelta hacia otros pensamientos, porque ella volvió a entrar en la ronda luminosa donde estaba antes. Y la otra alma alegre, de la cual sabía ya la gloria, resplandece a mis ojos como un rubí que afecta el sol. Aquí el esplendor viene de la alegría, como la risa sobre la tierra, mientras que abajo, la sombra aparece tan más obscura que el alma está más triste. Y digo a este espíritu bienaventurado: "Su vista, como la de Dios, penetra en mí, para no poder ocultar ningún deseo a usted. ¿Por qué tu voz, que encanta el cielo, no da la satisfacción a mis deseos? ¿No esperaría su pregunta, si viera en usted como usted ve en mi." Sus palabras entonces comenzaron como sigue: "Aquí, uno no repent sí mismo pero está en la alegría, no debido a la falta una no recuerda, pero a causa de la Potencia que pide y que proporciona. Así soy El quién sabe para probar tu cuerpo, y beber encima de tu semilla, y sobreexcitar tu alma hasta la Éxtasis divina. Aquí uno consume este arte como un gran logro, y uno distingue como un Bueno, qué hace que el mundo abajo, se estanca en pecado. Pero, para que se colmen todos tus deseos, que nacieron en esta esfera, debo inmóvil agregar algo; ¿usted desea saber cuál son estas luces que centellean de tal manera muy cerca de mí, como rayos de sol en agua pura? Entonces, sepa que éstas son las Diosas que se reclinan en paz hasta que agarran tu cuerpo hermoso, y que le atan y le vinculan a tu sino, y que le clavan en esta Cruz, como si usted fuera, usted mismo, el Cristo, y que le azotan, y que prueban a tu miembro, y que beben tu semilla, y te hechizan, y que te endiablan, y te dirigen en el sufrimiento, y que hundense en usted, y agarran tu alma hasta el triunfo del Cristo en usted. Era recomendable colocarlos en un cierto cielo, como símbolos de la Redención de tus divergencias sexuales. Pero se liberará pronto de estos falsos deseos en usted, y entonces solamente voluntad que usted sea digno del Amor de Jeanne."
Marco Polo ou le voyage imaginaire (La tragédie humaine, janvier 2000) © 1999 Jean-Pierre Lapointe
Theme musical: sarabande de Thomas Campion, emprunté aux Classical Midi Archives.
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