Canto XXXII del Purgatorio
image Bouguereau

¿Adán, por qué haber traicionado?
Estará con mi, ciudadano de este celestial Burdel.


Tant'eran li occhi miei fissi e attenti a disbramarsi la decenne sete, che li altri sensi m'eran tutti spenti. Ed essi quinci e quindi avien parete di non caler - così lo santo riso a sé traéli con l'antica rete! -; quando per forza mi fu vòlto il viso ver' la sinistra mia da quelle dee, perch'io udi' da loro un «Troppo fiso!»; e la disposizion ch'a veder èe ne li occhi pur testé dal sol percossi, sanza la vista alquanto esser mi fée.


VUELTA A LA PUERTA DEL PURGATORIO


Puesto que todo este vez que mis ojos no habían visto la sonrisa divina de Jeanne, la fijé tal como mis otros sentidos eran entorpecedo. Para mirarla, me deslumbraron, como cuando uno fija el sol por demasiado mucho tiempo, lo que me privó temporalmente, de mi visión. Es entonces estas diosas frustraron mis sentidos, me decían: "No fija tus ojos a Jeanne de esta manera, allí es tanto a ver alrededor." Entonces, mis ojos estuvieron acostumbrados a la luz débil, y así, vi a ejército glorioso giro la su derecha me muevo hacia el sol y las siete llamas donde ardiendo. Tal un batallón que cambia de dirección, la milicia celestial dio vuelta en su totalidad; entonces las señoras vueltas hacia el Griffon que tomó otra vez su caminan, sin uno pueden ver sus plumas agitadas. Dante, la bonita Señora e Yo, siguidos circundando todos al lado de la rueda del carretela, y euando cruzamos el bosque pelado, porque Eva tenía desearon probar allí, a la fruta del Conocimiento, un concierto angélico fueron oídos. Jeanne entonces aparecía, tan rápidamente como lo hace una flecha extraída de la ballesta, oí en el mismo tiempo, todos los otros murmurar al unísono: "¿Adán, porqué téngale traicionado?" Y rodearon el árbol con las ramas pelados de sus hojas. "Bendecido usted sera, Griffon, que da de nuevo al árbol su gusto del antaño, gritaron los otros. El es necesario así, preservar los fundamentos de la Justicia." Cantó en su lado, el Animal, ligando a una rama, el carretala. La planta tomó, entonces, el color de la sangre del Cristo, entonces renovando, de su follaje, y del himno que entonces oí, yo no entendido le, y no podría apoyarlo hasta al final. No podría decir cómo era el dormía, pero repentinamente, yo se despertó por un grito de un gran resplandor: "¡De pie! ¿qué le hace?" Así, desperté y vi, montante y cerca de mí, la Bonita Señora encantadora caritativa que había conducido mis pasos a lo largo del río; y disturbando todo, pedí: "Dónde es Jeanne?" Ella me contestó: "Está es allí debajo del follaje nuevo; vea esta compañía que la rodee; los otros, siguiendo el Griffon, van para arriba hacia el cielo con un más suave y más profundo canto." Tenía delante de mis ojos, Ella que quién me había rasgado de cualquier otra preocupación. Ella estaba sola, sentándose a la tierra, como a la izquierda allí, a la vigilancia del carretala que había visto la fijación el Animal con dos formas. Los siete Apsaras, en círculo, lo hicieron como un claustro, sosteniendo en su mano estas antorchas que no temen ni la oscuridad ni los vientos. "Vivirá poco hora aquí, en este bosque; y con mi, usted esterá por un tiempo, ciudadano de este celestial Burdel. También, ahora hacer algún beneficio de él, los que pecado, los arreglos tus ojos en el carretala y hacen cuál es necesario decir a lo que usted verá, cuando usted estará de vuelta en la tierra." Jeanne habló como tal y yo, que la recibieron las órdenes, dedicamos, yo dirigimos mis vistados y mi espíritu donde ella lo deseó. Nunca la nube produce tal cantidad de relámpago y de lluvia, para romper la corteza y para rasgar los árboles, y para afectar el carretela que se dobla como una nave en señal de socorro. Entonces, vi soltar en el carretela, una ella-lobo delirante, el jugar de ella los encantos, que mi señora puso inmediatamente en fuga. Entonces, vi una bruja alada, hundirse de los nubes en el carretala y dejarlo cubierto de sus encantos. Entonces, vi salir de entre las ruedas del carretela, un dragón que insertó tu cola atiesada y, en plena erección en el carretala, lo asperjó con tu esperma. Así transformado y desacralidado, el santo relicario se cubrió en sus ángulos, con animales a cuernos y escupiendo el fuego, tal como nunca uno vio a monstruos similares. Seguro de se, como una fortaleza, aparecieron a mí, sentando colmo bien en el carretela, una puta toda desnuda, el jugar de ella los ojos alrededor de ella. El montante cerca de ella, se tenía un gigante que estaba parado quién tomó cuidado la no quitarían de él; en sucesivas ocasiones fornicaban uno en el otro. Pero porque ella dio vuelta hacia mí, sus ojos codiciosos e inconstantes, este amante salvaje la azotaron de sus pies a su cabeza; entonces, por completo de los celos y del tonto con cólera, él separó a monstruo y lo arrastró hasta ahora en el bosque, que termino encima de no poder ver de la puta ni del monstruo.



Marco Polo ou le voyage imaginaire (La tragédie humaine, janvier 2000) © 1999 Jean-Pierre Lapointe
Theme musical: musique d'atmosphère (inner fury), empruntée aux Archives du Web.
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CANTO XXXIII DEL PURGATORIO